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jueves, 16 de octubre de 2014

La Avenida del Líbano.



El Asistente de Sevilla Don José Manuel de Arjona (1825-1835) entre otras muchas obras útiles de embellecimiento y ornato de la Ciudad y sus alrededores, llevadas a cabo en el período de su gobierno en ellas, emprendió la urbanización del sector comprendido entre la Torre del Oro y la Rotonda de Eritaña (hoy Glorieta de Méjico) y la Avenida de Moliní.


Su trazado irregular y sencillo, adaptado al espacio que quedaba entre el Paseo del Río y la margen izquierda del Guadalquivir, se embelleció en 1830 con la construcción de una gruta artificial, un salón de escalinatas, unas fuentes y algunas pequeñas edificaciones. Así nació el Jardín de las Delicias.


En 1864 se trasladaron a este jardín para que sirviera de ornamento a sus avenidas los pedestales y bustos de mármol que se hallaban en la Plaza del Museo y que procedían de los jardines del Palacio Arzobispal de Umbrete.


Algunas de ellas (mejor dicho, sus copias) podemos ver en la Avenida del Líbano como podemos ver en las fotos. Cuatro bustos clásicos romanos apoyados en sendos pedestales.


domingo, 12 de mayo de 2013

El estanque de los Jardines de las Delicias (3): los bustos romanos.



En el camino que va desde la fuente hacia una de las puertas exteriores nos encontramos con seis bustos que reflejan apersonas vestidas a la moda romana. estos buston no reflejan ninguna personalidad en concreto. Son copias de los bustos que estaban en los jardines del palacio Arzobispal de Umbrete y que fueron traídos a Sevilla.

Cuatro de ellos descansan sobre columnas de mármol blanco y las otras dos sobre pedestales esculpidos sobre piedra blanca. Para mayor información podéis leer este enlace.




















sábado, 11 de mayo de 2013

El estanque de los Jardines de las Delicias (2): la fuente.



Del estanque del Jardín de las Delicias se abastece esta pequeña fuente cuyo tamaño tiene poco que ver con el de la pila que debe rellenar, aunque teniendo en cuenta el remanso de paz, soledad y silencio del recinto quizá fue un propósito buscado por los autores de la misma. La boca de la fuente está formada por dos peces que se entrelazan por ambas colas.

La pila de la fuente tiene vida animal porque en ella aparecen algunos pececillos que revolotean alrededor de las pocas plantas acuáticas que allí han brotado.

En la cabecera de la fuente se colocó un azulejo con el escudo español para la Exposición Iberoamericana de 1929.






viernes, 10 de mayo de 2013

El estanque de los Jardines de las Delicias (1): el estanque.



En la zona más meridional del Jardín de las Delicias nos encontramos con uno de los escasos elemento hídricos del conjunto monumental y ecológico: un pequeño estanque de forma rectangular con su correspondiente fuente.

Hoy os presento el estanque que, al servir de cobijo para el agua de riego del jardín, está en alto, a modo de alberca con un pequeño surtidor en el centro que más que alegrar la vista lo que hace es darnos pena por su pequeñez, su fealdad y su soledad ante el medio acuático que lo rodea. Adosada a una de su paredes hay una fuente, de la que hablaremos mañana. El estanque, a ojo de buen cubero, puede tener unos cinco o seis metros de largo por su parte más ancha. Poco menos en su parte más estrecha.


martes, 29 de enero de 2013

Los bustos romanos de la Glorieta de Haití.



Doce bustos de personajes romanos forman parte de la colección de elementos decorativos de la glorieta de Haití, una glorieta inserta dentro del entramado de caminos del Jardín de las Delicias. Están reunidos en dos grupos de seis, uno a la izquierda del camino y otros a la derecha. En conjuntos de dos están unidos por un banco para el descanso de los visitantes. Los mostraremos en dos partes, los seis primeros serán los del semicírculo de la izquierda según se entra en la glorieta y los seis restantes serán los de la derecha.

Unos se conservan en buen estado, otros han perdido la cabeza, pero tan interesante como su punto de vista artístico es su historia de la que, brevemente, pasamos a resumirle.


Cuando el arzobispo de Sevilla, Don Francisco de Solís Folch de Cardona, mandó la reconstrucción total del Palacio Arzobispal de Umbrete y la replantación de los hermoso jardines tras el incendio de 1762, para su adorno mandó traer bustos, esculturas y fuentes de Italia, algunas de ellas realizadas con mármoles de Carrara, gastando en total la extraordinaria suma de millón y medio de reales.

Por casi ochenta años, los jardines del palacio umbreteño disfrutaron de estas estatuas, bustos y pedestales. Desde esta fecha hasta la de 1844 en que “desaparecen”, los jardines del Palacio Arzobispal contaban con la fuente llamada de Baco, 24 esculturas de tema mitológico, 33 bustos al estilo grecorromano, todo ello de mármol, y 36 pedestales de piedra labrada.

Todos fueron trasladados a Sevilla de una forma semiclandestina pues no hay datos de cómo se realizó el traslado ni de autorización alguna para ello, despojando al pueblo de Umbrete de tamaño valor artístico. 

En cuanto a los bustos, del conjunto de 33 que se citan en la descripción original de los jardines, sólo se conservan en Sevilla 21 de ellos, aunque cuatro se encuentran completamente destrozados.

Miden entre sesenta centímetros y noventa y seis y están esculpidos en mármol blanco de Carrara, traído de Italia, como decíamos al principio. 





En el Museo de Bellas Artes se guardan dos ejemplares que difieren del resto por su superior calidad y por su tamaño, que es algo menor (0,42 m). 

La “Cabeza de Alejandro” es una excelente interpretación neoclásica de las versiones grecorromanas que representan al héroe helénico, destacando la talla del cabello rizado y el bellísimo escorzo de la cabeza respecto al cuerpo. 

Por su parte, la “Cabeza báquica” constituye una representación totalmente idealizada de este tema mitológico, con la cabeza inclinada y sobre ella las características hojas de parra, apareciendo también ecos de las esculturas de atletas griegos en la cinta que recoge su larga cabellera. 

El resto, entre los que se encuentran los bustos de la glorieta de Haití, son anónimos retratos femeninos y masculinos que, aunque representados “a lo romano”, las actitudes y en muchos casos los peinados delatan su factura barroca.

lunes, 1 de octubre de 2012

La historia de las estatuas del Jardín de las Delicias.



Durante estas últimas semanas hemos ido repasando algunos de los enclaves y de las estatuas que podemos ver en el Jardín de las Delicias.
Pero detrás de los elementos artísticos del jardín hay una historia, una historia que comienza en Umbrete.
Cuando el arzobispo de Sevilla, don Francisco de Solís Folch de Cardona, mandó la reconstrucción total del palacio y la replantación de los hermoso jardines tras el incendio de 1762, para su adorno mandó traer bustos, esculturas y fuentes de Italia, algunas de ellas realizadas con mármoles de Carrara, gastando en total la extraordinaria suma de millón y medio de reales.

Desde esta fecha hasta la de 1844 en que “desaparecen”, los jardines del palacio arzobispal contaban con la fuente llamada de Baco, 24 esculturas de tema mitológico, 33 bustos al estilo grecorromano, todo ello de mármol, y 36 pedestales de piedra labrada.
Hacia el año 1841, el Ayuntamiento de Umbrete, apoyándose en una ley publicada ese mismo año por la cual le expropiaba al clero secular de sus bienes, incauta el palacio y jardines.
Durante unos años estos jardines, es posible que fueran del disfrute de todo el pueblo, hasta que en el año 1844 se trasladan a Sevilla todas sus fuentes y estatuas, para embellecer las plazas y jardines sevillanos.
Una vez en Sevilla se colocaron en la Plaza del Museo, y en este lugar permanecieron estas estatuas y fuentes hasta el año 1864 en que fueron trasladadas al jardín de las Delicias, que mandara construir el asistente D. José Manuel de Arjona.
Lo que queda en la actualidad, es lo siguiente, todo ello en Sevilla: en los Jardines de las Delicias está la fuente de Baco, 24 pedestales, y tres esculturas; en los almacenes del Museo de Bellas Artes, sin exponer, hay dos bustos, los mejores de todos; en los Viveros Municipales de la calle San José de Calasanz (Los Remedios) hay 9 bustos completos o semicompletos, un busto sin pedestal, dos bustos sin cabeza, y varios fragmentos de bustos y esculturas; finalmente, en el edificio principal del Ayuntamiento, se conserva en muy buen estado otros cinco bustos, que hacia 1849 fueron comprados por los duques de Montpensier para el Palacio de San Telmo, y a su muerte pasaron al Ayuntamiento, donde hoy están colocados en la escalera noble y en los accesos al salón Colón.

El mejor elemento del conjunto es sin duda la fuente, que aunque antiguamente fue llamada de Baco, su figura escultórica central debe corresponder a una representación infantil de Neptuno. Se trata de una pieza de magnífica ejecución y en buen estado de conservación y consiste en una pila octogonal en cuyo centro hay un pedestal con la estatua mitológica citada, de 1,8 m de altura, un corpulento niño desnudo que sopla con su mano derecha una caracola y con la otra sujeta a la altura de la cintura la cola de un delfín al que está pisando la cabeza; la del niño es muy hermosa, vuelta hacia la derecha, con cabellera rizada de profunda talla, y también ciertamente logrado el efecto dinámico, a pesar de lo voluminoso de la escultura, en la que destaca también la expresividad del mofletudo rostro infantil. En cuanto a las escultura, de las 24 que existieron en Umbrete sólo se conservan tres en los jardines de las Delicias, de las de mediano tamaño, fácilmente identificables pues en sus estrechas peanas aparece grabado el nombre del dios correspondiente. Todas ellas son como decimos de tamaño inferior al natural, en torno a 1,10 m .
La mejor conservada es la de Urania, en la que se aprecia aún la blancura del mármol, y en la cual la figura femenina, tocada con corona de laurel, es esbelta y de serena prestancia, con su atributo característico de la bola del mundo.

Otra de ellas representa al dios Pan, apoyado sobre el tronco de un árbol, con rostro barbado, la mitad inferior del cuerpo de aspecto animal y la superior humana, destacando la disposición de la misma con la dinámica y bella curva praxiteliana.
Por su parte Venus, que aparece acompañada por el niño Dionisos, figura derecha en parte con un manto que le cae por detrás, con la pierna izquierda adelantada y la mano derecha sujetando el manto, mientras que la izquierda la coloca sobre la figura infantil; a la imagen de Venus le falta la cabeza, pero en la del niño se observa una talla bastante lograda.
En el Salón Alto de los Jardines de las Delicias faltan cuatro estatuas mitológicas. Apolo, Juno, Marte y Mercurio.
La figura de Mercurio aparecía tocada con sombrero y un amplio manto recogido en el brazo derecho y que le cubría la anatomía por detrás casi al completo, recogido por el otro lado en la cintura a modo de sudario, con un pudor propio del jardín de un eclesiástico.
Lo mismo ocurría con la esbelta figura de Apolo, con un perro a sus pies, de gran clasicismo, y con el acertado tratamiento anatómico que vemos en las demás estatuas, y la misma melancolía en la expresión, con la mirada perdida en el infinito.
Por su parte, la de Juno sólo muestra el desnudo de uno de sus brazos y la pierna correspondiente, que deja ver al recoger con su mano el ampuloso manto, mostrando como las otras un bello tratamiento del cabello a base de mechones individualizados peinados hacia atrás dejando ver el rostro.

En cuanto a los bustos, del conjunto de 33 que se citan en la descripción de los jardines, sólo se conservan en Sevilla 21 de ellos, aunque cuatro se encuentran completamente destrozados; miden entre 0,60 y 0,96 m, y están esculpidos en mármol blanco de Carrara, traído de Italia.
En el Museo de Bellas Artes se guardan dos ejemplares que difieren del resto por su superior calidad y por su tamaño, que es algo menor (0,42 m). La “Cabeza de Alejandro” es una excelente interpretación neoclásica de las versiones grecorromanas que representan al héroe helénico, destacando la talla del cabello rizado y el bellísimo escorzo de la cabeza respecto al cuerpo.
Por su parte, la “Cabeza báquica” constituye una representación totalmente idealizada de este tema mitológico, con la cabeza inclinada y sobre ella las características hojas de parra, apareciendo también ecos de las esculturas de atletas griegos en la cinta que recoge su larga cabellera.
El resto son anónimos retratos femeninos y masculinos que, aunque representados “a lo romano”, las actitudes y en muchos casos los peinados delatan su factura barroca.
Mención aparte merecen los pedestales, de los que se han perdido 10 de los que existieron en Umbrete hasta 1844; elaborados con piedra sipia extraída de las canteras de Morón de la Frontera, constituyen una singular muestra de la escultura pétrea de la segunda mitad del siglo XVIII, tanto por la calidad de la talla como sobre todo por la originalidad de sus diseños.

Todos ellos se hallan aún en los jardines de las Delicias, presentan líneas asimétricas a base de espirales y roleos, y algunos decoración de rocalla. Los cuatro situados en el Salón Alto miden 1,5 m y constan de una base que se estrecha con la altura, y en la parte inferior los roleos forman una especie de sol que puede relacionarse con el escudo del cardenal Solís.
Estos pedestales se deben a la mano del escultor Cayetano de Acosta (1709-1778) que fue maestro mayor de escultura del arzobispado y gozaba de la confianza absoluta del cardenal Solís, quien le consideraba “su arquitecto”, entendiendo por tal su condición de retablista.
En cuanto a la autoría y procedencia de las estatuas y bustos de las cuales la única referencia que hasta ahora se ha manejado es que fueron traídas de Italia por el cardenal Solís, quizá en su viaje por aquél país en 1769, pero esto noestá documentado.

domingo, 23 de septiembre de 2012

La Glorieta de Roma (2): los medallones.



Así como tras años continuos de vandalismo, las autoridades competentes pudieron reformar la fuente y el mosaico, se ve que no quedó presupuesto para reparar los medallones romanos que forman parte de la Glorieta de Roma.


Estos cuatro tondos tallados en piedra dispuestos en cuatro muros verticales independientes de ladrillo visto entre los que se intercalan bancos de piedra. Éstos representan retratos de personajes de medio cuerpo en relieve: Aquiles o Julio César, Hércules, Isabel de Portugal y Carlos I de España.

Este conjunto de cuatro tondos fueron realizados en el siglo XVI para decorar la fachada del Ayuntamiento de Sevilla en la Plaza de San Francisco. Las sucesivas restauraciones llevadas a cabo en el siglo XIX destruyeron ese sector, trasladándose estos tondos al Jardín de las Delicias. El banco donde hoy se insertan es fruto de las obras de rehabilitación ejecutadas en 2007. Éste fue diseñado por el arquitecto Francisco González de Canales Ruiz.


Junto a estos medallones se encuentra semioscurecida por la rama de los árboles un busto romano realizado en piedra blanca y soportado por un grueso pedestal.


sábado, 22 de septiembre de 2012

La Glorieta de Roma (1): la fuente.



El Jardín de las Delicias tiene cientos de rincones, glorietas, plantas, salones, estatuas y fuentes bellas. Ya hemos hecho referencia en otras ocasiones a las glorietas más céntricas y conocidas. Hoy vamos interesarnos por un rincón en la zona más meridional del jardín: la Glorieta de Roma, junto a los pabellones de Marruecos y Colombia para la Exposición Iberoamericana de 1929.


La glorieta está dividida en dos zonas, una central, con una fuente circular con líneas lobuladas en mármol blanco de cuyo centro emana unos elementos figurativos que simulan peces, de cuyas bocas emana el agua de la fuente que cae en una pequeña pila circular antes de caer a la barriga de la fuente en sí.

La fuente está rodeada por un suelo de piedras blancas y negras formando un soso mosaico con la misma forma exterior que la fuente.


martes, 11 de septiembre de 2012

Monumento a Joaquín Sorolla.



En el Jardín de las Delicias, entre esculturas de inspiración clásica, podemos ver esta pequeña glorieta en cuyo centro hay un monumento al extraordinario pintor valenciano Joaquín Sorolla.

Como ya hablaremos en una entrada futura, las estatuas del Jardín de las Delicias provienen del Palacio Arzobispal de Umbrete, lugar de donde también proviene el pedestal sobre el que se asienta este busto en bronce realizado por el escultor José Capuz.


martes, 4 de septiembre de 2012

Neptuno jugando con la caracola.



En varias ocasiones hemos hecho referencia a los conjuntos escultóricos que están instalados en el Jardín de las Delicias. Uno de ellos es esta pequeña fuente donde se representa al dios Neptuno en su infancia jugando con una caracola. Junto a él hay un delfín arremolinado sobre su cuerpo, de la boca de éste emana el agua de la fuente.

La escultura es de mármol. Alrededor, sobre el suelo, hay una figura octogonal con piedras blancas y negras a modo de mosaico romano.


domingo, 2 de septiembre de 2012

Iberia, el Guadalquivir y el río Magdalena.



En los Jardines de las Delicias, casi perdidas de la vista de los paseantes, podemos ver una trilogía de estatuas de gran tamaño.

La primera de ellas representa a Iberia y es prácticamente una copia de la Dama de Elche, tocada con el mismo atuendo y adornos, en la mano derecha sostiene un cuerno de la abundancia, del que salen frutas y flores que se derraman hasta llegar a la tierra. La imagen aparece altiva, como una diosa sobre la proa de una carabela. Esta escultura es obra de Francisco Marco Díaz Pintado.

La segunda y tercera son dos estatuas con aspecto de hombres jóvenes recostados sobre el agua y representan alegóricamente los ríos Guadalquivir y Magdalena, éste último de Colombia.

Lo que no todo el mundo sabe es que estas estatuas formaban parte de una fuente que se construyó para la Exposición Iberoamericana de 1929. Era una fuente dedicada a la Hispanidad y estaba en la llamada Plaza de los conquistadores, un lugar situado entre la Avenida de la Raza y la Avenida de la Reina Mercedes.

La fuente monumental que salvaba el rasante entre la zona de las Galerías Comerciales y el resto de la Plaza, fue diseñada por el arquitecto sevillano José Granados de la Vega.


Esta fuente monumental quería rendir homenaje a la Hispanidad, inspirándose en el estilo clásico italiano de este tipo de monumentos, para lo cual utilizó una serie de elementos alegóricos estilo Art’Decó.

Presidía el conjunto una Dama que representaba a Iberia tocada con el mismo atuendo y adornos que la Dama de Elche, en la mano derecha sostiene un cuerno de la abundancia, del que salen frutas y flores que se derraman hasta llegar a la tierra. La imagen aparece altiva, como una diosa sobre la proa de una carabela. Esta escultura es obra de Francisco Marco Díaz Pintado.

A ambos lados de la dama existían otras dos estatuas, el que se ubicaba a la derecha era el Guadalquivir, obra de Agustín Sánchez-Cid y en el se puede apreciar tendida en el suelo, una cabeza de toro y un racimo de la abundancia con frutas y espigas de trigo. 

El rio Magdalena se situaba a la izquierda de la Dama, esta escultura fue obra de José Laffite Díaz y en ella el joven aparece recostado sobre rocas, apoyando la espalda sobre frutas tropicales y un reptil americano. Las aguas que vertían los surtidores con cabezas humanas, bajo las estatuas de los ríos caían en cascada sobre tres pilas para fundirse en el estanque central que representaba el Océano Atlántico.

*Referencias históricas tomadas de la excelente página dedicada a la Exposición Iberoamericana de 1929: http://exposicioniberoamericanadesevilla1929.blogspot.com.es/